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ada día existe mayor conciencia de la necesidad de rediseñar los agroecosistemas bajo princi pios que generen mayor resiliencia al cambio climático y que de forma simultánea contribu yan a la recuperación del suelo, el aumento de--
la biodiversidad, la generación de ingresos a las familias, mayor provisión de productos como la madera y diversidad de
alimentos para el consumo de las familias
En la actualidad en Nicaragua, los agroecosistemas
de café y cacao son los que mejor combinan los elementos de
la sustentabilidad ambiental, social, económica y que aplican
los principios de la agroecología. En general se estima que
un sistema natural tiene una mayor productividad total que
un sistema intervenido, incluyendo los valores de todos los
servicios ecosistémicos (Rapidel, 2008).
Los servicios ecosistémicos son los beneficios que
la gente obtiene de los ecosistemas. Estos se clasifican en servicios de abastecimiento (alimento, agua dulce, leña, fibras,
compuestos bioquímicos y recursos genéticos); servicios de
regulación (climática, control de enfermedades, purificación
del agua y polinización); servicios culturales (espiritual y religioso, recreativo, estético, inspiracional, educacional, sentido
de placer, herencia cultural); y servicios de soporte (formación de suelo, reciclaje de nutrientes y producción primaria)
entre otros (Millennium Ecosystem Assessment, 2003).
Para el ciclo 2017 – 2018 se sembraron en Nicaragua 907 000 manzanas de maíz y frijol, que representa aproximadamente 55% del área total del conjunto de cultivos del
país (SNPCC, 2018). Si bien el cultivo de estos rubros, es
fundamental para la Soberanía y Seguridad Alimentaria, se
producen generalmente en condiciones de laderas, que ha
venido generando procesos de erosión y pérdida de la fertilidad natural del suelo, poniendo en riesgo la mejora de la
productividad
En este ensayo se plantea una propuesta de reconversión o rediseño de estos sistemas, utilizando los principios de la agroecología aplicados a modelos desarrollados en
Nicaragua y otras partes del mundo, que han mostrado sus
bondades en mayor producción de biomasa (madera, leña,
frutos, entre otros) y la generación de servicios ecosistémicos, con todos los beneficios que significa para las familias,
comunidades y el país. Se parte de la hipótesis que es posible esta reconversión mediante la estrategia de coordinación
inter institucional (INAFOR, junto al Sistema Nacional de
Producción, Consumo y Comercio, organizaciones de productores, las alcaldías municipales, universidades, centros de
investigación, entre otros protagonistas); la investigación y
gestión del conocimiento, el diálogo de saberes y el fortalecimiento de los mercados alternativos.
Desarrollo de la propuesta
Principios de la agroecología como guía para el diseño de
sistemas sostenibles. Los modelos agroecológicos como los
Sistemas Agroforestales (SAF) están inspirados en un conjunto de principios y en el funcionamiento de los ecosistemas
naturales. Existen principios derivados de la ecología y otros
que han sido aportados por las ciencias sociales. Rosset y Altieri (2017) mencionan seis principios ecológicos:
a) Diversificación en tiempo y espacio. Se puede afirmar que
este es un principio sinérgico, por cuanto su utilización apropiada en el diseño de agroecosistemas, se encuentra estrechamente relacionado con la mayoría de los principios, coadyuvando a un mejor desempeño de estos.
b) Reciclaje de nutrientes y materia orgánica, optimizando la
disponibilidad de nutrientes y su balance. La diversificación
de especies provee la materia prima para el enriquecimiento
del suelo. A mayor diversificación, existe mayor disponibilidad de material vegetal, que eventualmente entra en proceso
de descomposición a partir del aumento de micro organismos. La región del pacífico fue sujeta a un proceso intenso de
artificialización de los agroecosistemas. Por ejemplo, los ciclos naturales de reciclaje de nutrientes fueron sustituido por
el uso de fertilizantes químicos, para cultivos como la caña
de azúcar que aún persiste y, el algodón, que posteriormente
fue sustituido por el maní. No así en las regiones de la Costa
Caribe, donde ha predominado la agricultura tradicional, más
dependiente de los ciclos naturales.
c) Provisión de condiciones edáficas óptimas para el crecimiento de cultivos, manejando materia orgánica y estimulando la biología del suelo. La presencia de materia orgá-
nica mediante la integración de las hojas y demás material
vegetal, la incorporación de estiércoles, la siembra de plantas
leguminosas, entre otras prácticas, facilitan la aplicación de
este principio.
d) Minimización de pérdidas de suelo y agua, manteniendo
la cobertura de este, controlando la erosión y manejando el
microclima. El hecho de tener mayor disponibilidad de materia vegetal sobre la superficie del suelo, disminuye la pérdida
de éste y preserva más tiempo la humedad; se puede complementar con la disposición de obras físicas, usando tanto el
material vegetal como tallos y ramas generados en el sistema,
ubicadas en los puntos más propensos a la escorrentía.
e) Minimización de pérdidas por insectos, patógenos y mediante medidas preventivas y estímulo de fauna benéfica,
antagonista, alelopatía, etc. La prioridad principal en el manejo del sistema como un todo es crear un agroecosistema
más complejo y diverso, porque solo con mucha diversidad hay un potencial de obtener interacciones benéficas. La diversificación conduce a cambios positivos en las condiciones
abióticas y atrae poblaciones de artrópodos benéficos y otros
animales. Se desarrollan cualidades emergentes que permite
la regulación de las poblaciones de plagas (Gliessman, 2002).
En el manejo de plagas, las poblaciones pueden ser controladas por las interacciones en el sistema, establecidas intencionalmente por quien maneja el agroecosistema.
f) Aprovechamiento de sinergias que emergen de interacciones planta – planta, planta y animales. Crear sinergias en los
sistemas alimentarios reporta múltiples beneficios. Mediante la optimización de las sinergias biológicas, las prácticas
agroecológicas potencian las funciones ecológicas, lo que da
lugar al aumento de la eficiencia en el uso de los recursos y la
resiliencia. A escala mundial, la fijación biológica de nitrógeno por las leguminosas en sistemas de cultivos intercalados
o rotaciones ahorra cerca de USD 10 000 000 en fertilizantes
nitrogenados cada año, al tiempo que contribuye a la salud
del suelo y a la mitigación y adaptación al cambio climático
(FAO, sf).
La transformación de los ecosistemas naturales en
agroecosistemas, es una acción humana realizada mediante
la interacción social, por tanto, la identificación y uso de los
principios también. En este sentido, la utilización de los principios ecológicos para construir una agricultura sustentable
(agroecológica o agroecosistemas sustentables) requiere de
la aplicación de un conjunto de principios socio económicos
y políticos, entre los más relevantes encontramos:
a) Coordinación inter institucional entre actores institucionales y protagonistas del desarrollo agropecuario y forestal.
La transformación de los ecosistemas naturales en el caso nicaragüense, ha sido un proceso gradual y diferenciado. En
este, han tenido influencia un conjunto de factores como las
políticas públicas, el mercado, especialmente la demanda internacional y la propia acción de los productores y sus organizaciones. La aceleración hacia la dirección de determinado
cambio, requiere de la acción planificada y organizada de estos actores. En el país se ha avanzado en la concepción del
Sistema Nicaragüense de Investigación e Innovación Agropecuaria (SNIA) con expresiones en los territorios mediante los Núcleos de Investigación e Innovación (NIT), siendo
potencialmente un mecanismo para la coordinación de los
esfuerzos planteados.
b) Investigación y diálogo de saberes para acelerar la innovación. La forma de pensar los procesos de innovación ha
cambiado en las últimas décadas, desde una visión lineal,
que parte de la generación de tecnologías y conocimiento en
los centros de investigación experimentales, estas se transfieren, siendo adoptadas o no por los productores. Esta visión ha sido reconsiderada, ubicando a los productores (as)
como protagonistas que manejan conocimiento derivado de
su experiencia y de la transferencia social que se produce de
una generación a otra. Por tanto, la corriente que comienza a
prevalecer en la construcción colectiva del conocimiento es
través del diálogo de saberes. Esta perspectiva, se enriquece
además con enfoques como la Investigación Acción Participativa (IAP), la investigación colaborativa y un mayor protagonismo de los productores en la dinámica de la innovación.
c) Mercados alternativos para la producción generada en
modelos agroecológicos. El tema de los mercados en un aspecto que no se puede obviar, considerando que es un incentivo que mueve la acción individual y colectiva. Hasta el
momento, en el país no existe diferenciación en precios de
productos que han sido generados en sistemas convencionales y aquellos producidos en modelos agroecológicos. La
CLAC (2017) reporta impactos favorables en los productores, sus familias y comunidades de quienes participan en el
mecanismo de Comercio Justo de café. El mercado es una
construcción social, por tanto, se debe trabajar en estrategias
que fortalezcan las posibilidades de mejores oportunidades
de precio para este tipo de producción.
En general, se puede afirmar que los datos procedentes de una larga serie de estudios, señalan que con el tiempo,
los sistemas agroecológicos obtienen niveles más estables de
producción total por unidad de superficie que los sistemas
de alta productividad, y que exhiben retornos favorables a
la inversión económica y a la mano de obra, y otros insumos
que resultan suficientes para poder ofrecer unos medios de
vida aceptables a las familias campesinas y para garantizar
la conservación y protección del agua y los suelos, además
conservar la biodiversidad (Altieri y Nicholls, 2012).
Modelos agroecológicos.
En la búsqueda de aumentar la
productividad agropecuaria y forestal, pero quizá con mayor
fuerza en la preocupación de disminuir los efectos que ha
tenido el modelo convencional sobre los recursos naturales
(especialmente suelo, agua y biodiversidad) se han creado
varios modelos que tratan de aplicar los principios de la agroecología, simulando el funcionamiento de los ecosistemas
naturales. En este esfuerzo, se ha contado con la referencia
y experiencia en el manejo de agroecosistemas comunitarios,
algunos utilizados desde hace miles de años, transferidos de
generación en generación y que muestran las posibilidades de
producir a lo largo del tiempo, manteniendo la calidad de los
recursos naturales.
Dentro de los modelos agroecológicos se encuentran
los Sistemas Agroforestales (SAF). Este es el nombre genérico utilizado para describir un sistema de uso de la tierra, en el
que los árboles se combinan espacial y/o temporalmente con
animales o cultivos agrícolas. Los SAF son una alternativa para el manejo de zonas de bosque seco tropical de laderas
intervenidas o en degradación. Sus beneficios se basan en el
uso eficiente de los recursos, la productividad y la Seguridad
Alimentaria Nutricional (SAN) de las comunidades rurales
(Mazo, Rubiano y Castro, 2005).
Los SAF han sido clasificados según su estructura
en el espacio, la importancia relativa, la función de los diferentes componentes, los objetivos de la producción y las
características sociales y económicas prevalecientes. Según
la IDEAM (2011) esta clasificación ha sido necesaria para
proveer un marco conceptual que permita evaluar los distintos sistemas y así desarrollar planes de acción para su mejoramiento. En ese sentido, los criterios de clasificación son los
siguientes:
a) Criterios de arreglo (secuenciales, coincidentes, interpolados, entre otros); b) de arreglo espacial (sistemas mixtos,
densos, en franjas); c) funciones de los componentes (alimentos, leña, forraje, cercas vivas, conservación de suelos, entre
otros); d) zonas agroecológicas donde se desarrolla (zonas
altas, semiáridas, etc)
En este ensayo se identificarán los modelos SAF
más relevantes y se hará énfasis en el modelo Milpa Intercalada con Árboles Frutales y Forestales (MIAFF)
Modelo Quesungual.
Es una práctica ancestral, heredada
de Los Lencas, Honduras que fue identificada en el marco
del proyecto PROLESUR. El propio término Quesungual,
se acuñó en honor a la comunidad donde por primera vez
se observó la utilización de este sistema de prácticas (FAO,
2005). En términos de rendimiento al inicio son bajos, pero a
medida que se maneja la cobertura en el suelo, se práctica la
poda de árboles, reduce la competencia de malezas y mejora
la fertilidad, permite incrementar los rendimientos en forma
paulatina. En el aspecto social en las comunidades donde se
ha implementado este sistema han mejorado los indicadores
de la calidad de vida de las familias, como la Seguridad Alimentaria Nutricional (SAN); reducido el deterioro ambiental,
la conservación de una práctica cultural ancestral y disminución de insumos externos
Modelo sistema sucesional agroforestal (SAF – Sucesionales).
Es denominado también como Parcelas Sucesionales
Multiestrato (PSME), son sistemas agroforestales que consisten en el asocio masivo de cultivos anuales y perennes con
especies arbóreas de diferentes hábitos de crecimiento, usos
y beneficios que imitan la estructura y dinámica sucesional
del bosque natural. Este sistema es apto para productores con
cantidades de terreno y mano de obra familiar que dependen
de la agricultura. Los SAF sucesionales son especialmente
útiles para promover alternativas de ingresos para comunidades de Áreas Protegidas (APs).
Milpa intercalada con árboles frutales (MIAF).
El sistema
agroforestal Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF)
es considerada una innovación, constituido por tres especies,
el árbol frutal (epicultivo), el maíz (mesocultivo) y el frijol
u otra especie comestible, de preferencia leguminosa (sotocultivo) en intensa interacción agronómica que tiene como
propósito la producción de maíz y frijol como elementos
estratégicos para la Seguridad Alimentaria de las familias
rurales, incrementar de manera significativa el ingreso neto
familiar, incrementar el contenido de materia orgánica, controlar la erosión hídrica del suelo y con ello lograr un uso más
eficiente del agua de lluvia (SAGARPA, 2010).
La tecnología MIAF tiene dos precursores, uno es
el modelo de intensificación de la Milpa Histórica (MH)
desarrollada por productores tradicionales de la región San
Martín Texmelucan, en el estado de Puebla, que introduce
el cultivo de árboles frutales en interacción con la milpa; el
segundo es la tecnología de terraza de muro vivo para laderas
(Turrent et al. 2017).
En general el diseño del sistema requiere de las siguientes actividades de acuerdo con SAGARPA (2010).
a) Terrenos con pendiente moderada: en terrenos
con pendiente menor a 20%, el modelo MIAF consiste en tres
franjas de 4.8 m de ancho. La Franja central está ocupada por
los árboles frutales y las franjas laterales por el maíz o frijol
en seis surcos de 0.80 m de ancho cada uno, alternando dos
surcos de maíz de dos surcos de frijol. En esta distribución
espacial, los cultivos ocupan la tercera parte de terreno cada
uno. Se recomienda que en el primer año de plantación de los
árboles dejar por los menos una franja de 1.6 m a cada lado y
a partir de ahí sembrar los cultivos básicos (14 surcos de 0.8
m de separación).
La repetición de este módulo a lo ancho del terreno
da lugar a una separación entre hileras de 14.4 m, con 12 surcos de maíz y frijol entre ellas en el segundo año. Los árboles
se plantan al centro de la franja con una separación de un
metro, para las condiciones de riego y secano, con una sola
rama de estructura en forma alterna.
b) Laderas con pendientes pronunciadas: En laderas con pendiente entre 20 y 40%, el diseño MIAF consiste
de una anchura total de 10.6 m, la cual está divida en tres
franjas, una central de 4.2 m ocupada por árboles frutales y
una a cada lado donde se siembran los cultivos anuales. En la
franja central los árboles están plantados al centro, con una
separación sobre la hilera de un metro. En las franjas laterales
deben sembrarse cuatro surcos de 0.8 m de ancho cada uno,
de los cuales dos son de maíz y dos de frijol o de otra leguminosa de manera alterna.
Para el establecimiento del sistema se requiere:
a) Árboles frutales: se deben seleccionar especies que produzcan frutos de calidad para consumo fresco y el procesamiento para plantas agroindustriales de pequeña escala (familiar o comunitario). Las especies deben estar adaptadas al
clima y suelo del productor y responder a la conducción y
poda de tipo tatura, así como la resistencia a plagas y enfermedades. En el caso de Nicaragua, particularmente para la región central y pacífica, se recomiendan las especies cítricos,
guayaba, papaya y jocote, que son plantas de porte medio y
cumplen con los criterios antes mencionados.
b) Plantación: bajo condiciones de ladera, el trazo de las hileras de contorno se realiza utilizando cualquier de los siguientes instrumentos: aparato A, clisímetro, manguera, nivel
montado o nivel de mano. Uno de los más utilizados por su
versatilidad y facilidad de construcción es el aparato A. El
trazo de la primera fila se realiza en la parte del terreno con la
mayor longitud, esta línea será la base de referencia a partir
de la cual se trazarán las demás hileras de plantación, casi en
forma paralela dependiendo de la variación de la pendiente
del terreno (SAGARPA, 2010)
La cepa para plantar el arbolito, dependiendo de
las características del suelo, debe hacerse pocos días antes
de plantar y cuando ya esté establecida la época de lluvias,
exceptuando si se cuenta con riego. El suelo de la capa arable y del subsuelo debe ser separado, para que al momento
de plantar y de rellenar la cepa sean invertidas las capas del
suelo para facilitar un mejor desarrollo de las raíces. Una vez
desprendida la bolsa de polietileno, deben cuidarse de no lastimar raíces, si existen algunas fuera de la base de la bolsa,
deben ser podadas al ras de ésta, de lo contrario éstas raíces
provocarán un retraso en el establecimiento y crecimiento del
árbol plantado (SAGARPA, 2010).
c) Patrón de cultivos (maíz, frijol y otros): el patrón de cultivos y de manera particular las variedades de maíz y frijol,
dependerán de las condiciones particulares edafoclimáticas.
De igual manera la densidad y distancia de siembra debe
considerar los resultados de investigaciones realizadas por
las instituciones de investigación. Se sugiere valorar el uso
de materiales criollos, especialmente aquellas semillas que
han sido purificadas mediante procesos de fitomejoramiento
participativo.
d) Formación y poda de árboles: la poda es una práctica que
beneficia no solo la calidad y cantidad de los frutos, sino
también favorece la preservación de la planta como unidad
productiva (Percie, M., Borda, M., Fedysza, K., y López, C.,
2011). La realización de esta práctica en árboles frutales de
una especie o sistemas como los MIAF requiere del conocimiento de la estructura y fisiología de la planta. Para realizar
de forma apropiada esta actividad, es necesario conocer a
través de la observación y de la práctica el comportamiento
natural de los árboles en un ambiente particular.
Existen cuatro tipos principales de poda de los árboles frutales; a) poda de formación: consiste en una serie
de podas en los primeros años de vida con el objetivo de dar
la forma que uno desea al árbol. El objetivo principal de esta
poda es el establecimiento de las ramas principales sobre las
cuales se desarrollarán las ramas fructíferas; b) Poda de fructificación: busca establecer y renovar las ramas fructíferas,
procurando la producción regular, tamaño y calidad óptima
de frutos. La naturaleza de este tipo de poda dependerá de la
especie, por lo general se realiza en período de receso vegetativo, entre los meses de noviembre y febrero; c) Poda de
mantenimiento y fructificación: busca mantener la forma y
tamaño deseada del árbol. También, renovar las ramas fructíferas, logrando una producción regular de frutos, así como,
facilitar la entrada de la luz al árbol, eliminar ramas secas,
enfermas y chupones; d) Poda de restauración: se realiza en
árboles viejos, abandonados, que no han recibido manejo de
poda, o sometidos a una situación de estrés, que haya producido destrucción de ramas en el árbol; e) Raleo de frutos:
consiste en remover el exceso de flores y frutos en estado inicial de desarrollo, manteniendo una carga apropiada de éstos,
para una mejor producción.
CESTA (2011) sugiere un conjunto de cuidados que se
deben cumplir al momento de podar:
Cuando se podan las ramas hay que hacer los cortes
al ras de los tallos, colocando la hoja con filo de la
tijera pegado al tallo y no dejar pequeños tocones.
Hay que evitar mallugamientos o desgarres de la
cascara y procurar hacer cortes en chaflán para que
no se quede agua retenida y no entren hongos.
Después de realizar los cortes hay que aplicar recubrimientos que eviten el desarrollo de enfermedades. Así mismo, desinfectar las herramientas como
la tijera, con alguna solución de productos; preferiblemente de origen orgánico y que haya demostrado su efectividad
e) Manejo de plagas y enfermedades: el sistema MIAF en
su concepción e implementación no establece una estrategia
para el manejo agroecológico de plagas y enfermedades. Sin
embargo, es universal el principio de que la diversificación
vegetal es clave para el control biológico eficiente. Buscar
evidencias acerca de las relaciones entre diversificación de
la vegetación y la dinámica poblacional de herbívoros y sus
enemigos naturales es una línea promisoria de investigación.
El manejo agroecológico de plagas y enfermedades tiene
como propósito aumentar la diversidad selectiva de plantas y
entomofauna asociada clave para alcanzar regulación biótica
y no adicionar una colección de especies al azar (Altieri, y
Nicholls, 2006).
Para realizar un manejo apropiado de un sistema
MIAF se hace imprescindible el conocimiento de las bases
de la agroecología. Como afirman los autores antes mencionados, al diseñar un agroecosistema sostenible debemos
formularnos las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las plagas y enfermedades más importantes que requieren manejo?
¿Cuáles son los depredadores y parasitoides más importante de la plaga? ¿Cuáles son los requerimientos alimenticios
primarios, el hábitat, entre otras demandas de las plagas y
enemigos naturales? Desde esta perspectiva el manejo agroecológico del hábitat con la biodiversidad adecuada conlleva
al establecimiento de la infraestructura necesaria que provee
los recursos (polen, néctar, presas alternativas, refugio, entre
otros) para una óptima diversidad y abundancia de enemigos
naturales. Uno de los mayores desafíos de quien diseña un
sistema sostenible es identificar ensamblajes de biodiversidad, ya sea a nivel de campo o paisaje, que podrán incrementar la biodiversidad funcional. En ese sentido, el diseño de un
MIAF debe realizarse tomando en consideraciones las sinergias entre los componentes del sistema y el fortalecimiento
de la diversidad selectiva.
g) Filtros de escurrimientos o barreras contra la erosión: el
filtro de escurrimiento a base de rastrojo de maíz entrelazado,
soportado por los troncos de los árboles, es un componente
fundamental en el sistema MIAF para el control de la erosión
hídrica. En los dos primeros años, el filtro debe ser reforzado
con estacones de madera, dispuestos a lo largo de la hilera,
dado que los árboles no tienen el vigor suficiente para resistir el filtro y los sedimentos acumulados. El filtro puede ser
reforzado con madera podada, paja de frijol y otros residuos
generados en la parcela (SAGARPA, 2010).
h) Ingresos generados por el sistema MIAF: La inclusión
del cultivo de árboles frutales a MIAF enriquece a la milpa en tres ámbitos: el incremento significativo del ingreso
neto familiar, la protección del suelo contra la erosión y el
incremento localizado del contenido de materia orgánica del
suelo -este último asociado con la instalación anual del filtro
de escurrimientos. Por diseño, los árboles frutales ocupan el
tercio de una hectárea de MIAF en pendientes someras, en
el que se ubica una población de 695 árboles frutales. En los
dos tercios restantes de la hectárea MIAF se ubica a 30 000
plantas de maíz y 80 000 plantas de frijol. Las poblaciones
totales del epicultivo, mesocultivo y sotocultivo, aproximan a
las poblaciones totales de dos hectáreas manejadas de manera
convencional, una con frutales y otra con milpa. Con esta intensificación se logra ventaja de la interacción entre especies
botánicamente distintas y complementarias entre sí, en el uso
del espacio y el tiempo.
De acuerdo con las condiciones naturales de la parcela, si ésta presenta zonas de escurrimientos, se podrán realizar pequeñas retenciones continuas, para almacenar agua y
reducir la velocidad de la misma. Si el propósito es acumular
agua para uso del propio sistema, se sugiere sellar con arcilla
o plástico la parte inferior del reservorio para evitar la infiltración.
Algunos desafíos de la investigación sobre MIAF. Se requiere el diseño de parcelas de investigación de largo plazo,
en diferentes condiciones agroecológicas, que permita evaluar distintos componentes del modelo y éste en su conjunto.
A continuación se mencionan ejes de investigación que serán necesarios impulsar, mediante enfoques participativos: a)
evaluación de diseños integrados por especies frutales diversas, en su integración de maíz y frijol, en términos de producción por rubro, costos de producción, rentabilidad y biomasa
total; b) dinámica de las plagas y enfermedades por la diversificación de la parcela, considerando el rol de los enemigos
naturales en el equilibrio de éstas; c) reciclaje de nutrientes y
mejora de la fertilidad de los suelos; d) evaluación de sistemas de poda para las distintas especies, establecidas en la variedad de condiciones agroecológicas; d) respuesta del sistema MIAF a la integración de estrategias, métodos y técnicas
agroecológicas como la cosecha de agua, el establecimiento
de pequeños corredores ecológicos en las fincas, la siembra e
incorporación de leguminosas, entre otras.
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